Esta es una variación de la original Pastela Moruna, que en vez de con pollo se hace con pichón, que usa almendras en vez de piñones y que se hace con masa brick en vez de hojaldre… Estas pequeñas variaciones que he visto que hace la gente por otros blogs de cocina, hacen que sea mas sencilla su elaboración porque son ingredientes que se tienen mas a mano en la cocina y porque la combinación de especies «Ras el hanout» no es sencilla de encontrar en todos los sitios.
Precisamente que lleve tanta variedad de especies fue lo que me arrancó a hacer esta receta, me encanta combinar sabores y experimentar. También los hojaldres rellenos me pirran. Si queréis hacer una que se parece más a la original podeis verlo aquí:
Para realizarla necesitamos los siguientes ingredientes:
– 4 pechugas de pollo
– 1 cebolla
– 1 tomates grande
– 2 pimientos verdes (yo usé calabacín porque no me gusta el pimiento)
– 1/2 vaso de vino blanco
– 1 cucharadita de jengibre en polvo
– 1 cucharadita de canela en polvo
– 1 cucharadita de nuez moscada
– 1 hoja de laurel
– 1 manojito de perejil
– 2 cucharadas de azúcar
– Unas hebras de azafrán o colorante
– 4 huevos
– 1 puñadito de pasas
– 1 puñadito de piñones
– 2 láminas de hojaldre
– Sal, aceite de oliva, pimienta
– Azúcar glass
Partimos el pollo en trozos pequeños y lo freimos salpimentado en una cazuela con poco aceite (cuanto más pequeños los hagáis mejor, a mi aun me salieron algo grandes) . Cuando esté hecho lo reservamos.
Picamos la cebolla y el tomate en trozos pequeñitos, al igual que los calabacines (yo usé los congelados que vienen troceados y se pueden añadir directamente sin descongelar) y los ponemos a pochar en una cazuela con un chorrito de aceite y una pizca de sal.
Cuando comiencen a hacerse, añadimos el pollo, las especias, el perejil picadito, el laurel, el azafrán, el azúcar y el vino. Lo dejamos cocer unos 15 minutos, destapado, para que vaya reduciendo.
Luego añadimos las pasas y los piñones, a mi me gustan algo tostaditos con lo que los puse en sartén a parte y luego los incorporé.
Batimos los 4 huevos (nos guardamos un poco de huevo para pintar la superficie) y los incorporamos a la sartén removiendo bien hasta conseguir un revuelto.
Lo retiramos del fuego y dejamos enfríar. Mientras, podemos precalentar el horno a 220º. Cuando esté templado el relleno, estiramos una lámina de hojaldre sobre un papel de horno, colocamos encima el relleno, y cubrimos con la otra lámina. Yo estiré con un rodillo de madera la lámina de hojaldre porque veía que se me quedaba algo pequeña y también porque no me gusta que tenga un hojaldre demasiado grueso.
Doblamos los extremos pellizcándolos, para que no se salga al hornear y con la ayuda de un tenedor podemos presionar los bordes para sellarla. Pintamos la superficie con el huevo que habíamos reservado (yo uso un pincel de silicona que me compré y viene de perlas para estas cosas 😛 ) y espolvoreamos con azúcar glass.
Lo horneamos a 220º durante 15 minutos (según las instrucciones del hojaldre que hayáis comprado), con cuidado de que no se queme. Al sacarlo podemos espolvorearlo con algó más de azúcar glass y canela en polvo. Esto va al gusto, en algunos sitios he visto que lo cubren entero de azúcar glass, pero a mi me da que quedará demasiado dulzón así. Siempre estáis a tiempo de experimentar con una sola de las porciones a ver como está.
Y a disfrutar de este plato que se puede comer cuando se haya enfriado un poco para disfrutar del hojaldre crujientito o bien se puede guardar para tomarlo en otros momentos puesto que dura un par de días y en un tupper para llevar no está nada mal.